El uso excesivo de pantallas causa problemas emocionales en niños menores de 10 años

El uso excesivo de pantallas causa problemas emocionales en niños menores de 10 años

Un nuevo estudio, con casi 300.000 niños y evidencia recogida de más de 117 investigaciones, detectó que el mayor impacto lo tienen los videojuegos.

Un artículo científico publicado en la revista American Pyschological Association, que incluyó a 300.000 niños menores de 10 años y se basó en 117 estudios anteriores, determinó que el uso en exceso de pantallas genera problemas socioemocionales asociados a dificultades para manejar sus emociones y su comportamiento, como la ansiedad, sentirse triste o tener la autoestima baja.

Otros efectos, en lo conductual, puede ser la agresividad, tener problemas para concentrarse o estar rompiendo reglas todo el tiempo.

“El estudio ha confirmado que quienes usan más pantallas a los 5 años tienen más problemas a los 7. Es una evidencia más fuerte que solo notar que quienes más pantallas usan ahora tienen problemas”, explica Roberta Pires, investigadora de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Sidney, Australia) y coautora del estudio.

El psicólogo de la Universidad Autónoma de Chile, Eduardo Sandoval, explica que la sobreexposición digital limita experiencias esenciales para el desarrollo emocional temprano, como la interacción cara acara, el juego libre y la construcción de vínculos seguros (particularmente durante periodos sensibles del desarrollo).

“Además, los entornos digitales no entregan el mismo tipo de retroalimentación emocional ni los matices que se obtienen en las relaciones humanas,afectando negativamente la empatía, la comunicación y la autorregulación emocional”, agrega.

En los menores de 10 años, los impactos son más severos ya que en esta etapa del desarrollo, el cerebro infantil está en un período crítico de maduración defunciones ejecutivas, lenguaje, memoria, consolidación del aprendizaje, atención y habilidades sociales.

“La sustitución de estas interacciones por dispositivos digitales -sostiene Sandoval- interrumpe ese proceso, lo que puede generar déficit duraderos con implicaciones potencialmente negativas en etapa adolescente y adulta”.

El académico de la Universidad Autónoma explica que cuando no se interviene a tiempo, los efectos pueden persistir y manifestarse en la adultez como dificultades en el manejo del estrés, vínculos inestables, baja autoestima, problemas de concentración, irritabilidad o impulsividad. Además, se puede observar una mayor vulnerabilidad a trastornos como ansiedad generalizada, depresión o adicciones comportamentales particularmente en la adolescencia.

“La capacidad de autorregularse emocional y cognitivamente, que se construye desde la infancia, es un factor protector clave en la adultez”, detalla.

El estudio también detectó que los niños que ya presentan algunos de estos problemas socioemocionales pueden ser además más propensos a usar pantallas. Según Sandoval, lo que muchos interpretan como un «exceso de pantallas» es, en realidad, un síntoma.

“Muchos niños -indica- recurren a estos dispositivos como estrategia de regulación emocional: los usan para evitar el aburrimiento, calmar la ansiedad, o sentirse acompañados cuando están solos. Esto refleja una necesidad afectiva no resuelta o una falta de contención emocional en el entorno familiar, escolar o comunitario. No es la tecnología el problema central, sino lo que ella está reemplazando”.

La investigación australiana también hace mención al mayor impacto que tendrían en los niños los videojuegos por sobre las redes sociales. Al respecto, el académico de la U. Autónoma concuerda, detallando que los videojuegos, especialmente en su versión más competitiva o violenta, son muy estimulantes y generan respuestas dopaminérgicas intensas que pueden favorecer patrones adictivos. Además, exigen mucha atención sostenida, dificultando el autocontrol y promoviendo conductas impulsivas.

“Aunque las redes sociales también pueden generar dependencia, los videojuegos suelen tener efectos más marcados en la conducta emocional, fomentando aislamiento, irritabilidad y desplazamiento de otras actividades esenciales para el desarrollo integral del niño”, concluye.

Tiempo de exposición

Las guías internacionales, como las de la Organización Mundial de la Salud y la Academia Americana de Pediatría, recomiendan que,en menores de 2 años, se evite toda exposición pasiva a pantallas; entre los 2 y 5 años, no más de 1 hora diaria de contenido supervisado y de calidad; y entre 6 y 10 años, no más de 1 a 2 horas al día, priorizando actividades activas,educativas o compartidas con adultos.

El rol de los padres es clave para supervisar la relación de sus hijos pequeños con los dispositivos digitales. “Es fundamental comprender que el uso excesivo de pantallas suele ser una señal de alerta, no un simple mal hábito. El acompañamiento parental es fundamental para modular la experiencia digital. Supervisar implica seleccionar contenidos adecuados al nivel evolutivo del niño/a, dialogar sobre lo visualizado, y fomentar una actitud crítica frente a lo que consumen”, aconseja Sandoval.

También recomienda promover espacios de juego libre, fortalecer los vínculos afectivos y genera rutinas que incluyan lectura, actividades al aire libre, y diálogo cotidiano (predicando con el ejemplo, acerca de cómo utilizamos estas tecnologías en el hogar). No se trata solo de restringir pantallas, sino de ofrecer alternativas.

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