(Fotografía: Doctor Claudio Bascour S.)
El 17 de octubre se celebró el Día mundial contra el dolor, para conversar de este tema tomamos contacto con el Doctor Claudio Bascour Sandoval, kinesiólogo, MSc, Phd, Académico del Magíster en Terapia Física con mención en Rehabilitación Musculoesquelética y del Departamento de Ciencias de la Rehabilitación de la Universidad de La Frontera.
¿Por qué se celebra un día mundial del dolor?
El dolor persistente (dolor constante o la mayor parte del día durante los últimos tres meses) es considerado, desde el año 2022, una patología o enfermedad en sí, según la Clasificación internacional de enfermedades (ICD-11). Es tal su relevancia que con fecha 10 de febrero de 2023, fue publicada en el Diario Oficial de Chile la Ley N° 21.531, sobre fibromialgia y dolores crónicos no oncológicos. Su tratamiento ha sido definido como un derecho humano fundamental según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En esta línea, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP por sus siglas en inglés) y la OMS ha promovido el día mundial contra el dolor cuyo principal objetivo es el de mejorar la calidad de vida de las personas que sufren dolor, así como el de ampliar el conocimiento y aumentar la concienciación sobre este tema.
¿Qué impacto tiene en la vida cotidiana el dolor?
El dolor persistente (también llamado crónico) causa un gran impacto negativo en la calidad de vida, ya que interfiere en tareas diarias, laborales y recreativas, siendo un importante factor de necesidad de rehabilitación en el mundo. En particular, el dolor de origen musculoesquelético se relaciona con una alta carga por enfermedad y altos costos, los cuales superan, en EE.UU y varios países de Europa, a los costos asociados al cáncer, diabetes y enfermedades cardíacas. El dolor impacta negativamente en las relaciones e interacciones con otros individuos, la percepción de salud, la capacidad de trabajo, el ánimo y la calidad de vida. Por otra parte, el dolor acarrea grandes costos económicos, tanto para los individuos que lo padecen y sus familias, como para los servicios de salud.
Lo anterior queda patente en nuestras investigaciones que evidencian que las personas con dolor tienen una pobre calidad de sueño, pensamientos catastróficos, miedo a moverse, entre otros.
¿Cómo lo enfrentamos o cual es el tratamiento?
Diversos estudios han demostrado que una rutina de ejercicios periódica, realizada 3 meses aproximadamente, sumado al conocimiento que el paciente adquiera del dolor y de que lo genera, qué factores pueden aumentarlo, y que puede hacer para manejarlo, es fundamental para obtener resultados positivos prolongados.
Sabemos que el dolor persistente impacta negativamente la vida de las personas, sin embargo, si tenemos un paciente informado, y activo, que asume la relevancia de su actuación y propia iniciativa en pos de mejorar su calidad de vida, no dependiendo de factores externos (como terapias alternativas probadamente inefectivas, que propician la dependencia y la creencia de no poder lidiar el problema de manera autónoma, empeorando finalmente la salud de las personas), son mucho mayores las probabilidades de disminuir la intensidad y la persistencia del dolor y consecuentemente mejorar esa calidad de vida.
En esa adquisición del conocimiento, resulta fundamental asesorarse por profesionales kinesiólogos capacitados en el área, que además, entreguen al paciente diversas estrategias que se pueden utilizar junto al ejercicio, como estrategias de respiración, higiene del sueño, buena alimentación, consumo adecuado de agua, meditación, etc.